Escrita por Joaquín Gallegos Lara, se publicó en el año 1946 que lo situó entre los
iniciadores del tema urbano en la narrativa ecuatoriana. La novela corresponde a
una época avanzada del realismo
socialista ecuatoriano, ya menos costumbrista, relata la realidad del obrero que sufre y desplazado su
escenario hacía las ciudades, donde el autor ubica a los protagonistas en los
sectores más humildes y marginados.
Las cruces
sobre el agua fue
dedicada por su autor «A la sociedad de panaderos de Guayaquil, cuyos hombres
vertieron su sangre por un nuevo Ecuador».
Alfredo Baldeón y
Alfonso Cortés son de distintas clases sociales, la fraternidad y la amistad
coinciden en la ideología política
A la presentación y acciones de los personajes se
suma el escenario de Guayaquil: "Vista a comienzos del siglo pasado, con
la peste bubónica, los
tranvías tirados por mulas, las primeras salas de cine, los trabajos,
el desempleo, la miseria. Dado que la acción de la novela transcurre en
la ciudad"
Una de los capítulos y líneas detonantes de la
novela se centra en la huelga del 15 de noviembre: "Era demasiada gente.
Nunca se había lanzado tanta de golpe a las calles. Gallinazo suponía que era
todo Guayaquil, menos los ricos. Iban tan apretados que no se diferenciaban los
zarrapastrosos pantalones, las camisas mojadas de sudor, las oscuras bocas con
los dientes bañados de sol y risa. Las mujeres, recogiéndose las faldas,
empujaban con los puños, buscando sitio en las primeras filas".
"Las ligeras ondas hacían cabecear bajo la
lluvia las cruces negras
destacándose contra la lejanía plomiza del puerto". Alfonso pensó que,
como el cargador lo decía, alguien se acordaba. Quizá esas cruces eran
la última esperanza del pueblo ecuatoriano.